Si le parece que Budapest es una ciudad preciosa de día, espere a verla tras la caída del sol. Cuando oscurece y se encienden las luces, la ciudad y sus edificios adquieren un aspecto muy distinto y Budapest se prepara para recibir a la noche.
Muchas de las vistas más cautivadoras de la capital se encuentran a orillas del Danubio. Los puentes, especialmente el puente de las Cadenas (Lánchíd) y el puente Margarita (Margit híd) cuentan parte de la historia de la ciudad; y el Rákóczi, el último en incorporarse a la sucesión de puentes sobre el Danubio a su paso por Budapest, tiene un aire moderno y un diseño especial de iluminación.
Disfrute de las vistas sobre el Danubio y el resto de puentes desde uno de ellos, o, mejor aún, busque algún punto desde donde tenga una buena perspectiva. Si se aloja en alguno de los magníficos hoteles situados junto al río, probablemente la vista desde allí será fabulosa. Además, podrá ver iluminados el Palacio Real en lo alto del distrito del Castillo y la ciudadela en la colina de Gellért. Si no dispone de una habitación con vistas, seguro que el hotel (al igual que otros edificios, como el Vígadó) cuenta con alguna zona excepcional desde donde contemplar el panorama.
Uno de los puntos fuertes del Danubio es que se puede bajar hasta el nivel del agua. Existen varios puntos desde los que obtener una buena vista nocturna del Danubio. Por ejemplo, mientras toma algo en alguno de los bares o restaurantes situados a la orilla, o eligiendo el ángulo que más le guste y disfrutando de su tiempo libre y de la vista. Quizá le apetezca hacerlo desde un barco, mientras disfruta de una romántica cena a la luz de las velas y con música en vivo.
También hay numerosos bares en las azoteas del centro donde disfrutar de una limonada fría en días cálidos, o contemplar el paisaje arquitectónico, pero adquieren un tono totalmente distinto cuando cae la noche y se encienden las luces.
Lo realmente impresionante es verlo desde lo alto. Si en el vuelo no le tocó el asiento de la ventana, pase al plan B: haga una excursión de tarde hasta alguno de los miradores, como el de János-hegy. Budapest completamente iluminada a sus pies será una imagen que no olvidará jamás.