Bares de ruinas: El nuevo panorama artístico de Budapest

El Anker't, situado en una antigua fábrica, es un jardín al aire libre en verano y una gruta climatizada en invierno. El Anker’t es minimalista, chic y de carácter industrial, y ofrece un ambiente único. Proyecta películas, organiza grandes fiestas, eventos culturales y mercados (los domingos).

Adentrarse en el Csendes Létterem es una experiencia poco menos que surrealista: maniquís, juguetes antiguos, cachivaches vintage, un caballo de juguete colgado sobre su cabeza y paredes decoradas con pinturas abstractas, junto con una araña centenaria que ilumina el local y unas columnas inmensas que le confieren aún más encanto. El bullicio del bar invita a artistas, estudiantes y parejas a tomar algo, charlas o relajarse. En realidad, se trata más de una cafetería transformada en bar que de un pub  de noche.

Situado en el meollo pero alejado del bullicio, el Ellátó Kert es un club clandestino escondido tras una mera cortina de plástico. Suele estar abarrotado de grupos muy diversos y ofrece deliciosos platos mexicanos que le ayudarán a saciar el hambre que viene después de tomar algunas copas.

Élesztő no se considera un bar de ruinas por su aspecto, sino por su ambiente único y su deliciosa cerveza. Si busca cervezas artesanales de la máxima calidad, este es su sitio. La oferta de sus 20 grifos se renueva continuamente.

Fogas Ház fue uno de los primeros bares de ruinas de la ciudad, con un diseño ecléctico, moderno y de apariencia deteriorada, y pistas de baile que animan a moverse durante toda la noche.

UdvarROM y Füge Udvar son los más discretos y tranquilos. Son locales para beber de forma relajada, bares de ruinas de lo más modestos, que garantizan una noche divertida a buen precio.

Kuplung es todo un santuario subterráneo y a menudo pasa desapercibido a los viandantes. Este pequeño patio está decorado de manera minimalista y salpicado de arte urbano. ¿Qué le parece unirse a quienes abarrotan el local cada noche para disfrutar del concierto de alguna banda local?

Púder es un restaurante de ruinas algo más exclusivo e igualmente interesante que a menudo acoge eventos culturales. El interior del Púder es un mundo de fantasía creado por artistas visuales, con murales llenos de color que cubren las paredes de arriba abajo. También pueden contemplarse obras de artistas locales decorando las paredes.

El Szimpla, precursor de lo que hoy son los bares de ruinas, fue uno de los primeros en incluir una tienda. Por dentro parece una tienda de segunda mano: juguetes, bicicletas, todo tipo de cachivaches, coches rusos... Y a este efecto le añaden un toque las obras de artistas locales. Los domingos, el Szimpla se convierte además en un mercado agrícola que los clientes adoran por su buen ambiente.

MazelTov es un buen ejemplo de cómo debería ser un restaurante del barrio judío entre tantos bares de ruinas. Si bien la comida no es kosher, los sabores le llevarán directamente a Oriente Medio; y el muro situado al final del jardín, un recordatorio del gueto, le ayudará a comprender mejor la historia de esta zona.

Los patios del Kőleves son un auténtico tesoro en el centro de la ciudad. Además de un menú que varía en función de la temporada, ofrecen carnes y comidas vegetarianas entre semana, y un trato muy cordial. Durante los meses más cálidos, los universitarios y las parejas frecuentan este silencioso rincón, donde pueden sentarse en sillas de distintos colores o en columpios.

En el Liebling, una mezcla entre sala, bar y club, puede degustar un vino o prepararse para una noche alocada de viernes, con vodka, whisky y ron. En primavera, dispone de una terraza en la planta superior; y en el resto de estaciones, ofrece música en directo, cócteles y un ambiente agradable.

Kertem es un establecimiento muy valorado en verano. La barra es de madera y decorada con discos de vinilo, y la música en vivo garantiza la diversión hasta la noche. Este magnífico bar de ruinas al aire libre es un lugar perfecto para cualquiera que quiera disfrutar de una bebida y una conversación agradable, gracias al entorno formado por cadenas de bombillas de colores y al embriagador aroma de las hamburguesas a la parrilla.